El mito de la mujer multiorgásmica: por qué la realidad sexual femenina supera siempre la ficción

Para todo hay un récord, y el multiorgasmo femenino no podía ser una excepción. Después de estudiar el clímax sexual durante 22 años, los terapeutas William Hartman y Marilyn Fithian, del Centro de Estudios Maritales y Sexuales de California, reportaron un máximo de 134 orgasmos por hora para una mujer. Una barbaridad que puede dejarnos exhaustos sólo con imaginarlo.

Es un récord y, como tal, excepcional. Pero la posibilidad de encadenar varios orgasmos seguidos, sin necesidad de dejar transcurrir entre uno y otro un periodo de tiempo para la recuperación, es una capacidad absolutamente natural y fisiológica en la mujer: “Todos los cuerpos con vulva deberían ser capaces de experimentar el multiorgasmo”, explica la sexóloga Almudena Ferrer, comunicadora y experta en formación en sexualidad.

Entenderlo pasa por irnos a los clásicos y, en esto, William Masters y Virginia Johnson son aún un referente. La pareja de sexólogos rompió moldes a finales de la década de los 60 del siglo pasado con sus investigaciones sobre la respuesta sexual humana, en la que fijaron cuatro fases (más adelante se añadiría una fase previa, la del deseo).

Por qué las mujeres pueden tener más orgasmos que los hombres

Estas cuatro fases se dan tanto en hombres como en mujeres. Hay signos comunes, como la aceleración de la respiración o el aumento del ritmo cardiaco y de la tensión muscular. También hay otros característicos de cada sexo, como la erección y la eyaculación en los hombres, o las contracciones vaginales en la mujer. Los tiempos de duración de cada fase pueden variar, y es la última, la de resolución, la que va a marcar la diferencia y la capacidad de tener varios orgasmos seguidos.

En las mujeres, “la resolución suele ser muy corta. No tenemos una bajada tan drástica y somos capaces de enganchar un orgasmo con otro, como si fueran olas. En los cuerpos con pene, tras la resolución hay un periodo refractario mayor y, para llegar al siguiente orgasmo, tienen que pasar minutos, horas o incluso un día”, expone Almudena Ferrer.

En esta diferencia influyen también las hormonas, continúa: “Ellos segregan más prolactina y, tras el orgasmo, tienden a tener más sueño, a estar más cansados, un poquito más de bajón. Ellas segregan menos y están más activas, no tienen ese sueño”.

No obstante, esto no quiere decir que no haya hombres multiorgásmicos. En la mayoría de los casos, la erección tiende a disminuir tras la eyaculación (es la llamada detumescencia peneana). Este periodo refractario tiene una duración variable, y en ello, nuevamente, intervienen los niveles de prolactinas que se segregan tras el orgasmo. De ahí que haya varones con baja liberación de esta hormona que son capaces de mantener la erección después de eyacular, especialmente si son jóvenes. De hecho, en el estudio de Hartman y Fithian no sólo se recoge el récord femenino, sino también el masculino: 16 orgasmos en una hora para un varón.

La clave está en disfrutar

El multiorgasmo femenino no es ni mucho menos una novedad y, de hecho, como explica Ferrer, “de él se ha hablado toda la vida, aparece en todos los libros de sexualidad”. El hecho de que ahora parezca estar de moda obedecería, señala, “a que en estos momentos tenemos una experiencia sexual muy mediatizada por el porno y los objetivos son cada vez más altos. Ya parece que no es suficiente con un orgasmo: debes tener muchos y hacer squirting, parece que tenemos que ser capaces de hacer el pino puente”.

Almudena Ferrer trabaja desde hace años de forma práctica el orgasmo en los talleres BodySex -un concepto creado hace cuatro décadas por Betty Dodson, pionera de la revolución sexual-. Según señala, “me doy cuenta de que, en general, lo tenemos muy mitificado. Pensamos que es el objetivo de una relación sexual, cuando no es así. El sexo es más que el coito, más que el orgasmo, pasa también por conectar, intimar, disfrutar”.

Desde esta perspectiva, no toda relación sexual tiene necesariamente que terminar en orgasmo. “Pero, en la cultura en la que vivimos, estamos hipersexualizados; parece que se nos exige ser muy sexuales permanentemente, cuando quizás, en algún momento, lo que más te apetece es conectar”.

Con respecto a la edad, las noticias son buenas: “El orgasmo y el multiorgasmo mejoran con los años. A medida que cumplimos años conocemos mejor nuestro cuerpo. Ser orgásmica tiene que ver con eso, con conocerte. Y debemos recordar que el clítoris es un órgano que no envejece”. Y, en cuanto a esos otros síntomas molestos relacionados con la menopausia y el descenso de los estrógenos, la solución es muy sencilla: “Nunca hemos tenido más opciones para mejorar todos estos síntomas: disponemos de todo tipo de lubricantes, y además hay trabajos con el suelo pélvico, suplementos hormonales… No tenemos por qué dejar que el paso de los años se convierta en un problema para disfrutar con nuestra sexualidad”.

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